Casi todas las preguntas tienen algo de metáfora. Han de llevaros, efectivamente, hacia otra parte. Si le preguntáis a vuestro amado si os quiere es porque, en el fondo, queréis llevarlo a esa otra parte que sois vosotros mismos. Si nos preguntásemos, en cambio, si el mundo está abierto o cerrado, se podría responder perfectamente, sin faltar a la razón, que el universo no es una puerta ni qué sea eso de abrirse o cerrarse. Pero como nadie ha visto cómo sea el mundo, bien podría decirse que es una ventana o cualquier otra cosa. Y en cualquiera de estos casos siempre se podrá salir por la tangente diciendo que el mundo está entornado y que no sabemos si se está abriendo o si se está cerrando.
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