jueves, 31 de agosto de 2017

Al modo del Mairena II

Casi todas las lenguas saben amar, pero sólo la española sabe querer. De latines viene la cosa, como todo. Los europeos, siempre tan enseñoreados de egolatría, dicen "yo te amo", a lo que sólo podremos responder con "yo te imito" -que en latín "amar" e "imitar" son espejos-. En cambio, aquí se nos cae de la boca el "te quiero", que es como decir "te busco" -y apurando es casi como decir "te ruego"-; porque el español, siempre de camino en estos páramos de bandoleros y conquistadores, sabe mejor que el europeo que el amor, como dios, nunca se encuentra. También es esta tierra de ascetas y místicos caballeros de la fe. Por eso escribía mi maestro

Por todas partes te busco 
sin encontrarte jamás, 
y en todas partes te encuentro 
sólo por irte a buscar.

De ahí también que, en la agonía de su infinitud, el español fácilmente desista de querer y caiga en el odio de Caín. 

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