Si acaso sabe el mar de sus extremos
o si es que importa el número en la
arena,
-¿océano o desierto donde ensena
el alma?-, eso nunca lo
sabremos.
Y sentir que sin senda nos perdemos
y ser el hondo miedo que nos
llena
y
esperar con los ojos otra escena
pensando que será porque
seremos...
También el mar es sed por la montaña,
conciencia que fracasa en su marea
una y otra vez, lo mismo que el
desierto
con su arena. ¿Y qué hacer
que no sea
un camino tendido hacia lo incierto
y ser raíz desnuda en tierra extraña?
No hay comentarios:
Publicar un comentario