Érase una vez...un rey que vivió eternamente envuelto en el
lujo de su portentosa existencia de monarca, allá en las apartadas cumbres de
su perfecto baluarte, sin saber que en el exterior no le quedaba ningún súbdito
sobre el que gobernar, pues todos ellos, queriendo también vivir como reyes,
habían partido hacia otras tierras maravillosas, en busca de su oportunidad.
Esto podría ser un comiezo perfecto para una novela, lo digo sinceramente. Un estilo sencillo y preciso sin tonos melancólicos ni palabras reduntantes que camuflen o intenten camuflar la falta de elocuencia discursiva. Lo difícil, ahora, es seguir esa línea doscientos folios más ;)
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