sábado, 24 de junio de 2017

Santander

Santander, tú tenías el latido
del barquero que se adentra en la roja
tarde de la tierra heroica al mar, hoja
marinera yendo por el viento herido.

Yo te estuve en tu bahía enamorada
viendo cómo la marea se empeña
en ahondar tu cuerpo mientras sueña
un duelo eterno por la madrugada.

Santander, ya que en la distancia helada
del mundo tú la acoges y la hospedas
concédele a ella lo que a mí me diste:

sombras vitales por tus arboledas
y luz a su alma, estrella derramada
sobre la arcaica luna del mar triste.

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